Luis Majul, tal vez, tenga una de las mentes más brillantes que dio el periodismo nacional, lo que les puedo asegurar es que también tiene la más fácil de comprar. Todos lo sabemos, son esas cosas que los periodistas no decimos, nos callamos un poco por corporativistas, un poco por pelotudos, otro poco por hijos de puta y bastante por cagones.
Pero cada vez que nos callamos, nace un monstruo. Nos cagamos de miedo para decir que Javier Milei era la servidumbre de Eurkenian, que a su vez es la servidumbre de La Cámpora y CFK, porque nadie habla mal de los empresarios de medios y se la lleva gratis. Nuestro silencio nos costó un monstruo fascista, financiado por la enorme caja kirchnerista, que en su interés por desgastar a Mauricio Macri, les hace creer a un montón de pendejos, que está mal el intevencionismo del Estado, que está mal tener menos oportunidades, que está mal abortar y otras tantas sandeces.
Pero sobre todo, los periodistas nos callamos cuando los popes de la prensa nacional, nos vendían un nuevo kirchnerismo, un Alberto moderado, una Cristina replegada y un peronismo de diálogo y consenso. Nos callamos y dejamos que estos pelafustanes contaran una historia armada por publicistas y patrones para legarnos un gobierno de inútiles y corruptos adictos al dinero estatal.
Pero el sábado a la noche, Alfredo Casero dijo lo que mucha gente quiere decir hace tiempo: basta de políticos corruptos y basta de periodistas cómplices. Luis Majul intentó burlarse del talentoso actor y productor que respondió con un golpe a la mesa y un “no me tomés por pelotudo, que después te cagas en las patas y empezás a ver Mandelas por todos lados”. En referencia a los elogios de Majul al que hoy es, sin dudas, el peor presidente de nuestra historia democrática.
En algo voy a disentir con Alfredo, el conductor de La Cornisa no sólo le tuvo miedo a Eurkenian que lo mandó a santificar a Alberto, también recibió dinero por hacerlo. No sólo él, varios empleados de Grupo Clarín recibieron los sobres. Sí, en este oficios lo que menos hay son santos meando agua bendita. Si querés un ejemplo reciente, tenés la opereta de un editor de Clarín denunciando un pacto entre Morales y CFK, justo cuando el jujeño era quien llevaba la voz cantante para dinamitar un posible acuerdo con Milei.
No todos los periodistas están comprados, pero, lamentablemente, la mayoría de los que reciben los sobres ocupan los prime time en canales y radios, además de los lugares más destacados en los diarios. Cada vez hay más reporteros rentados y eso también es culpa del kirchnerismo, todo comenzó cuando un grupo de advenedizos empezó a declarar abiertamente que ellos recibían guita del Estado, para atacar a todo aquel que no lo hacía, se pusieron un nombre: 6,7,8, deberían haber llevado consigo el subtítulo “La muerte del periodismo”.
Luego un montón de idiotas útiles empezaron a interpelar a los periodistas con que la objetividad no existe y que tenías que aclarar “desde donde hablás”. Desde ahí, a esta parte, un montón de pibes empezaron a creer que si vos denunciabas por corrupción a un tipo que siempre fue empleado estatal, que tenía 4 hoteles cinco estrellas, 17 inmuebles, una fortuna en dólares en distintos bancos, lo que estabas haciendo era un análisis subjetivo y no una suma matemática.
Otro montón, decidieron que si era hora de decidir desde que lado hablabas y todo ese verso, entonces no había drama en recibir guita de los políticos, porque recibías de los que te caían bien. Contra eso dijo basta Alfredo Casero, contra eso decimos basta, todos.
Yo soy radical, soy más amable con los amigos. Pero nunca me vas a ver invitar a un programa a un o una dirigente peronista para burlarme de él/ella como hizo Majul, más de una vez, con Casero. No, discutiremos al aire y que gane el de los mejores argumentos. Para chicanearnos nos iremos a un bar, tomaremos whisky y ahí sin nadie que nos mande al corte hablaremos a los gritos, hasta que se acabe la botella o las ganas de discutir.
Basta, lo dijo Casero, lo decimos todos.