Corrí a esconder a mi esposa y a mi hija bajo la cama cuando escuchamos las primeras balas. Vimos las huestes albertistas avanzar a paso redoblado, fusil en mano. Los valientes soldados que libran la guerra contra la inflación están listos para la batalla. Claro, el problema está en que sólo tienen balas de salva, los misiles los perdió Agustín Rossi y cuando menos hablemos de los submarinos, mucho mejor.
Alberto nos prometió que el viernes comenzaría la guerra contra la inflación. Parece que tampoco estaba tan enojado con el enemigo. La primera batalla fue por TV, recién a las 20.30. No es que haya una hora definida para empezar con la beligerancia, pero hay que atender un problema urgente y ya perdiste un día completo.
Claro, empezamos la guerra 20.30 de un viernes y lo primero que hizo Alberto fue proponer una tregua hasta el lunes. Los generales de los combates antiinflacionarios no laburan los fines de semana. De hecho de lunes a viernes tampoco les gusta mucho batallar, eso es algo que salta a la vista. Por supuesto que el sábado hubo faltantes de mercadería y los precios se remarcaron dando por hecho que Alberto va a hacer alguna cagada que funda la mitad de los comercios y los supermercados pequeños.
Es decir que nuestro comandante en jefe, lanzó una guerra cediendo terreno y contándoles a los enemigos cuales eran sus planes. Usted podrá decir “¡Que hijos de puta los comerciantes remarcan por las dudas!” Pero no. No remarcan por las dudas. Alberto convocó a los sectores productivos para el lunes, pero antes subió las retenciones y estableció restricciones para el trigo. Es decir, no remarcan por las dudas, remarcan porque saben que el lunes, una vez más, van a aumentar los costos.
El problema es que todos sabemos que Alberto es incapaz de resolver un problema. Porque para hacer cualquier ajuste tiene que consultar a los niñatos CUIT virgen de La Cámpora. No se puede resolver nada hacia afuera, si adentro tenés un quilombo que no te permite ponerte de espaldas, por las dudas te apuñalen. La inflación es multicausal, una de las causas más importantes es que a este país lo dirigen dos personas y ninguna de ellas es el presidente.
Nos pasamos años hablando del blindaje mediático de Macri. Pero nadie habla del blindaje obsceno que tienen Máximo Kirchner y su grupúsculo de trasnochados, que hoy dirigen la Argentina. Son esos neandertales los que durante meses nos dijeron que la emisión no generaba inflación, presionaron a Alberto para hacer andar la maquinita y tener cerrado al país un año. Ocurrió lo que presagiaron todos los libros de economía de los últimos 100 años. La inflación explotó y los idiotas que hablaron de “poner la platita en el bolsillo”, no van ni al Congreso a votar las leyes de su presidente.
Quiere ganarle a la inflación, venda los dólares, compre fideo y arroz en cantidad. Porque de todas maneras se va a terminar comiendo los ahorros. Por este país pasaron muchos inútiles, pero pocos como Alberto y la esposa de Néstor Kirchner, que es la gran responsable de este desastre. Para solucionar la inflación llamaron a 200 sectores que jamás van a ponerse de acuerdo, mientras pierden el tiempo jugando a la política, un pibe se va a dormir sin comer.
Este llamado a “todos los sectores”, tan parecido a la malograda “Mesa del Hambre” es la muestra cabal de que nunca solucionarán la inflación, como decía Napoleón «Si quieres que algo sea hecho nombra un responsable, si quieres que algo se demore eternamente nombra una comisión».