Por Diego Nofal, Para Jujuy Diario
Twitter: @turconofal
Mañana, cuando sea publicada esta columna, será Día de la Madre. Miró la hoja en blanco, no quiero escribir una eterna columna de análisis político semanal, quiero algo distinto que nos ayude a entender la importancia de esta jornada. Eso y estoy dando vueltas esperando que anochezca para poder beber, porque me da culpa escribir sin beber y beber cuando aún hay luz solar.
Voy a ser todo lo sintético que pueda, pero no garantizo nada. Lo primero que vamos a contarles es que hasta agosto en este país hubo 142 femicidios, es decir uno cada 40 horas. Usted se preguntará ¿no teníamos un Ministerio para evitar que estas cosas pasen? La respuesta es sí, tenemos un Ministerio, pero estas cosas siguen pasando.
Qué hizo el Ministerio para que los femicidios cesen, la respuesta es poco y nada. Pero tiene un plan de acción 2020 – 2022. Para que no padezca la misma desgracia que padecí yo, no se gaste leyendo ese mamotreto de 235 páginas de las cuales la mitad son una explicación de la ley 26.485, el resto son marcos teóricos y diagnósticos medio falopa. En sí, el plan son apenas 30 páginas.
El problema es justamente ese, nos pasamos demasiado tiempo haciendo marcos teorícos y poco tiempo metiendo presos tipos violentos, condenándolos por sus amenazas o mantiéndolos en prisión hasta que la víctima pueda acceder a un marco (no teórico) de protección personal. No hay UN SOLO CASO de femicidio este año que no haya estado precedido de varias denuncias de violencia y de una inacción ridícula de la Justicia y la policía.
Tenemos acá un problemón, el bando que condena y señala a la Justicia por la inacción en los casos de violencia de género es el mismo que aplaude a la Justicia de las puertas giratorias para los pibes que roban. Cada vez que un pibe que tiene 27 caídas presos mata un tipo en la calle para robarle un celular, este bando culpa a la sociedad, cuando un violento que tiene 27 denuncias mata a una piba, es culpa de la Justicia.
Para resolver la violencia lo primero que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo. Somos garantistas para todo y seguimos bancándonos la inseguridad y la violencia de género, hasta que mejoren la situación económica y cambie el paradigma cultural sobre las mujeres o nos ponemos duros y empezamos a meter presa a la gente que tuvimos que denunciar más de dos veces por incumplir la ley, porque nos guste o no, por necesidad o por cuestiones culturales esas personas no están listas para vivir en sociedad porque, tarde o temprano, si no los rehabilitamos van a terminar matando a alguien.
Les prometí una columna corta y sin demasiado análisis político, pero no quiero dejar de hablar de este tema. Yo me críe en una casa de mujeres fuertes que se dieron aliento una a la otra, pero no todas las casas son así, en la mayoría de los hogares las mujeres se transmiten las inseguridades de generación en generación y eso no lo cambia un ministerio.
El feminismo es, con sus matices, el movimiento político más importante de los últimos años. Pese a que el Gobierno quiso llevarse a la mayoría del movimiento bajo su ala, sus constantes desplantes lo fueron alejando. Nombrar a Juan Manzur como jefe de Gabinete, un antiabortista y miembro de una agrupación de católicos radicalizados, fue una puñalada para todas, incluida Eliana Gómez Alcorta que hace dos años lo había denunciado por negarle la interrupción legal del embarazo a una nena violada de 12 años.
Me alegra haberme criado en una casa de feministas, pese a que evité a las mujeres “del palo” mucho tiempo, hoy estoy en pareja con una mujer que lucha por los derechos de sus congéneres y nada me pone más orgulloso, se lo deseo a mis mejores amigos. Esta columna es un homenaje para ella, para mi mamá, mis hermanas, mis tías, mis primas, mis amigas y todas las mujeres que me enseñaron a ser un mejor hombre.
Por cierto, también voy a saludar a Fabiola, hoy nos enteramos que será mamá de un varón, es una gran noticia, a esa familia le hacía falta un hombre.