En el año 1835, por el mes de julio, en los pastizales del Abra de Estancia Vieja, Don Pablo Méndez se encontraba pastando sus vaquitas cuando se le apareció una señora vestida de blanco, de cabellera reluciente que le habló con afable majestad preguntándole qué hacía.
Maravillado y como quien conversa consigo mismo le contesta. Antes de que la aparición se diluyera, oyó que le recomendaba que al otro día volviera a buscarla. Don Pablo quedó atónito, se encontraba perplejo y solo atinó a señalar con piedras el lugar y regresó a su rancho.
Reunido con su familia les contó lo ocurrido pero solo se rieron y otros familiares le dijeron que se había quedado dormido en vez de cuidar el ganado y que todo había sido un sueño. Don Roque Jacinto Torres, hombre capaz y leído le aconsejó que volviera al día siguiente y así lo hizo. Don Pablo volvió pero la Señora no apareció y en su lugar encontró una piedrita blanca, extraña y pequeña que le recordaba la forma de la Virgen de Copacabana.
Era tal cual: la cabeza con su corona, su manto cónico y algo modelada la figura del Niño. Méndez regresa llevando consigo la pétrea figura y pronto la noticia recorre distancias y muchos campesinos llegaron a Punta Corral para orar ante la piedra.
Una vez en la iglesia de Tumbaya, la piedra desaparece y Méndez vuelve a buscarla donde la había encontrado. La Virgen, sin dudas, mostraba su deseo de permanecer en los ásperos pedregales de Punta Corral. Habiendo enfermado don Roque Jacinto Torres, se encomendó junto con los habitantes de la zona a la Virgen, y prometió construir una nueva y digna capilla si sanaba de su dolencia.
El milagro se produjo y luego de su recuperación don Roque comenzó la construcción de la capilla prometida, señalándose su inicio en 1889 y terminada diez años después. En 1891 Don Roque viajó rumbo a Potosí para comprar las campanas, la corona de plata y la Media Luna sobre la cual la Reina de los Cielos apoya su Planta.
Fuente Jujuy al Momento