Por Florencia Gómez

Entre las tantas cosas que pasan a diario en la Argentina, me parece necesario hablar de uno en particular: la aprobación del cupo laboral trans. Días atrás se aprobó esta (a mí entender) necesaria Ley y se avanzó un casillero más en materia de inclusión. No obstante, es un debate que reavivó la polémica en muchos sectores sociales e incluso políticos. Pero no fue el único tema que generó controversia esta semana ya que Santi Maratea, un influencer que tomó notoriedad tras ponerse al hombro varias causas sociales, decidió volcar su poder de convocatoria a las infancias trans y ¿qué recibió a cambio? Muchos, muchísimos, demasiados insultos. Igual que todo el colectivo trans que festejó la aprobación de la Ley.

Para todo aquél despistado o desinteresado que no sabe de qué hablo y logró llegar a esta columna, voy a ponerlo en contexto. El cupo laboral trans establece que todas aquellas personas idóneas, que reúnan todas las condiciones necesarias para ocupar un puesto de trabajo, deberán ocupar algún cargo en el sector público nacional. Además, la Ley obliga a que la proporción no debe ser inferior al 1% de la totalidad de los puestos laborales . Claro que esta medida se aplica para todas las modalidades de contratación existentes. Ahora digo, dónde queda la pregunta que los sectores más conservadores se hacían cada vez que se cruzaban con una manifestación de la colectiva: “¿Por qué no se dejan de joder y van a laburar?”. Bueno, ahora sí van a ir a laburar.

Este es un debate que, en lo personal, me llevó horas y horas de distintos puntos de vista con el editor general de este medio. Al igual que nosotros, mucha gente le dedicó mucho tiempo a un tema que pasó de ser “un tema” a una realidad. Con la Ley sobre la mesa y lista para aplicarse en los tres poderes, la capacitación en perspectiva de género viene de la mano, no solo para que la inclusión se de en un marco de respeto (si, increíble que en pleno siglo XXI tengamos que capacitarnos para respetar al otro) y se respete su identidad, algo que para muchos es una etapa psicológica. ¡Pssss! claro, como la identidad de género fuera un desorden emocional, algo que le gusta repetir a la derecha conservadora.

Lo cierto es que el cupo laboral trans es un hecho, es un derecho que la colectiva de travestis, transexuales y transgénero conquistó después de largos años de lucha. Lo más loco es la batalla que se plantó afuera, con la sociedad. Como decía más arriba, la nueva Ley exige capacitación a los empleados de los tres poderes para aceptar a las personas trans con respeto. Leo una y otra vez y me cuesta entender este punto, pero luego pienso en la colecta de Santi Maratea, en sus buenas intenciones para evitar el sufrimiento de las infancias trans y todo el odio que recibió a cambio y digo ¡La pucha, che! Nos llevamos empatía a marzo, la reprobamos y tenemos que recursarla una y otra vez.

Si somos capaces de reprocharle a un influencer por haber pensado en los invisibles, en los marginados, en las personas que tienen un promedio de vida de 35 años, que su única salida posible es la calle, con todos los peligros que eso implica, droga, violencia, muerte, por mencionar algunos, Entonces sí necesitamos que nos enseñen a respetar. La colecta organizada por Santi sigue viento en popa, como cada causa que ese muchacho se pone al hombro. Por más Santis inclusivos. Hace poco entrevisté a una chica trans sobre este tema y ella me dijo una frase que todavía hoy la repaso en mi cabeza. “Tengo amigas que están desaparecidas”. Desaparecidas. Olvidadas. Perdidas en una sociedad que los odia, que ahora tendrá que enfrentarse al ‘Cuco’ cara a cara. Y si, además van a tener que respetarlos.

El cupo laboral trans pasó de ser una utopía a una realidad tangible. Una posibilidad, algo que muchas personas travestis, transexuales y transgénero no tienen más allá de los 35 años. Uno de los puntos de la Ley indica que si la persona que solicita un puesto de trabajo no tiene estudios completos o no los tiene, sus ganas de querer terminar la primaria, la secundaria o un nivel terciario o universitario, no será un impedimento para que acceda al puesto. Personalmente, me parece el punto de oro, una oportunidad para mejorarles la calidad de vida, de darles una herramienta que siempre estuvo, pero a la que nunca tuvieron acceso hasta hace unos días: el conocimiento y un futuro posible.