Por Diego Nofal, para Jujuy Diario
“Se van a restringir actividades y circulación hasta el 30 de mayo”, dijo Alberto Fernández y mí se me anudó la esperanza. Un déjà vu catastrófico me chocó contra el lóbulo frontal. La última vez que comenzó una cuarentena, eran 15 días para “preparar el sistema de salud”. Un año y tres meses después, con seis empresas produciendo vacunas, nuestro sistema de salud aún no está preparado, eso sí que es tomarse un tiempo para hacer las cosas.
Mi cuerpo no soporta otra cuarentena, mido 1.68, la última me llevó cerca de los 100 kilos. Mientras cuento los minutos para volver a Jujuy, me doy cuenta que me serví el primer vaso de whisky a las seis de la tarde, cuando sonaron las campanas de encierro.
Me pregunto ¿dónde están las 20 millones de vacunas que iban a evitar este segundo encierro? ¿No habíamos cerrado un contrato con Oxford para fabricar acá nuestros inoculantes y darle una épica vacunada a todo el continente? ¿Después de siete meses de preparación no deberíamos tener un sistema de salud capaz de soportar dos pandemias, un tsunami y media invasión extraterrestre?
Ninguna de esas preguntas tiene más respuesta que “nos mintieron, otra vez nos mintieron”. Ni quiero detenerme en el hecho, de que novias, amigos, choferes, hijos y entenados del poder decidieron que ellos eran más importantes que nuestros padres y abuelos, por eso decidieron saltarse el lugar en la fila y vacunarse antes. Por este motivo despedimos a un ministro, al que deberíamos haber despedido cuando intentó detener la pandemia más mortal del último siglo y medio con una declaración jurada.
Mientras miramos por la ventana como el mundo se nos ríe en la cara. Allá, al norte del país, cabeceando la frontera boreal, Gerardo Morales, con un barbijo blanco níveo, anuncia la compra de un millón de vacunas Sinopharm. El cuchicheo del resto de los gobernadores se escuchó hasta en el último rincón de Argentina.
Su excorreligionario y tocayo Gerardo Zamora, se atragantó con una foto de su ridículo y suntuoso estadio. Juan Manzur escupió el último bocado de empanada sobre la mesa. A Horacio Rodríguez Larreta le creció el pelo de la envidia. A la vicepresidenta, la misma que mandó a intervenir la Justicia jujeña un año atrás, hubo que traerle otro muñeco de Oscar Parilli porque rompió el suyo a patadas. A Axel Kicillof, bueno, él no entendió muy bien lo que pasa, así que aún están intentando explicárselo.
Nadie esperaba esto. La noticia de un nuevo encierro terminó opacando el anuncio de Morales. Eso y el dinero de las pautas publicitarias del Gobierno Nacional y el porteño sacaron de los medios nacionales algo que no podrán esconder bajo la alfombra por demasiado tiempo.
Gerardo Morales, lanzado a la presidencia, hace lo que el Presidente no pudo: conseguir vacunas. Sólo la mitad de esas dosis, alcanzarán para que cualquier persona mayor de 35 años en Jujuy sea vacunada. Es decir que, al menos en las tierras del éxodo, la pandemia llegará a su fin.
“A partir de que concretemos la presentación, va a correr un plazo de 60 días dentro de los cuales tendría que estar la entrega del primer lote de vacunas”, dijo el gobernador jujeño y la aguja de estas declaraciones vacunó a gobernadores, ministros, vicepresidentas y los pocos que se esperanzaban con arrebatarle el seguro triunfo del 27 de junio.